Lo que el Dr. Estivill debería explicar (si fuera sincero)
Hace unos días explicamos cómo es el sueño de los niños y cuándo, más o menos, empiezan a dormir de noche. La información que pudisteis leer choca casi frontalmente con las teorías del Dr. Estivill, así que he querido emular un escrito que pienso que el Dr. Estivill debería hacer, para decir la verdad a todas las madres y padres:
Mi libro, “Duérmete niño“, ha sido traducido a varios idiomas y se han vendido en todo el mundo más de 20 millones de copias.
El libro va dirigido a los niños con problemas de insomnio, los que no se pueden dormir de manera patológica, pero niños con insomnio hay muy pocos, así que tuve que explicar el sueño de los niños de manera poco cierta para que 20 millones de personas con bebés completamente sanos pensaran que sus hijos realmente dormían mal (y los que lo siguen comprando).
He decidido ser sincero y explicar realmente cómo es el sueño de los niños y qué es lo que podríamos considerar normal:
• Sé que en mi libro digo que a los seis meses los niños tienen que dormir toda la noche, sin embargo no es del todo cierto. Es normal que los niños se despierten de manera frecuente durante los 2 o 3 primeros años de vida.
• Los niños amamantados suelen despertarse con mayor frecuencia que los que toman leche artificial, aunque en mi método hablo de todos los niños indistintamente. Aunque pudiera parecer algo negativo lo cierto es que supone un mayor contacto y apego incluso en la noche y tiene parte de explicación en la necesidad del bebé de sentirse seguro para dormir tranquilo y en la de asegurar el alimento realizando succión nocturna (cuando los niveles de prolactina de la madre son más elevados). Se puede decir que el bebé come de noche y realiza succión para asegurarse el alimento del día siguiente.
Como la lactancia materna proporciona succión (la succión les calma) y les proporciona alimento instantáneo, sin necesidad de esperar a la preparación de un biberón (además de que contiene sustancias favorecedoras del sueño), estos niños se duermen antes que los alimentados con leche de fórmula. En otras palabras, se despiertan más, pero se duermen antes.
De hecho, como la lactancia materna es la alimentación natural de la especie humana, si el ser alimentado de esta manera hace que los niños se despierten más, es que es lo normal.
• Es normal que un niño se despierte por la noche incluso hasta los 5 años. Para ser más concreto, el sueño casi adulto se produce alrededor de los 5-6 años.
• Un estudio observacional (filmación de los bebés durmiendo) muestra que el 44% de los bebés duerme toda la noche a los 2 meses y el 78% lo hace a los 9 meses.
Otros estudios similares indican que a los 4 meses un 50% de los bebés duerme del tirón y que a los 9 meses lo hace el 96%.
Gracias a este tipo de estudios he podido afirmar (pese a no ser del todo cierto, viendo las cifras) que los bebés de 6 meses deberían dormir toda la noche, sin embargo, leyendo detenidamente los estudios vemos que en el primer estudio consideran “dormir toda la noche” como que “el niño no salga de la cuna entre las 12 y las 5 de la madrugada” y en los otros estudios llaman a dormir del tirón el dormir seis horas seguidas.
Claro, si el niño se duerme a las 9 PM, la mayoría de los niños de hasta 9 meses estarán despiertos a las 2-3 de la mañana. Esto es algo normal, pero obviando estas apreciaciones sobre los estudios he conseguido que ustedes mis queridos papás crean que están fallando a la estadística de mi libro, que su hijo tiene un problema y que deben seguir leyendo para ofrecerle una solución.
La AEPED en su guía de lactancia materna para profesionales especifica que a los 6 meses duerme toda la noche (o sea, entre las 0 h y las 6:00 h) sólo el 16% de los bebés, aunque yo en mi libro digo que lo tiene que hacer el 100%. El 50% de ellos se despierta ocasionalmente, el 9% se despierta casi todas las noches y el 5% se despierta todas las noches.
Repito, entendiendo como noche el periodo comprendido entre las 0 y las 6 AM (esto significa que si ampliáramos el periodo a un horario comprendido entre las 21 PM y las 8 AM los resultados serían, digámoslo suavemente, escandalosos).
Tras conocer todos estos datos, mi querido lector, si aún siente la necesidad de obligar a su hijo a dormir en el horario que a usted le va bien, aunque vaya en contra de las necesidades del bebé y de sus ritmos de maduración cerebral, puede intentar mi método (que no es mío realmente, pues es del siglo pasado) que se basa en no hacer caso a las necesidades reales de su bebé para que aprenda que por la noche sus demandas no serán satisfechas.
Puede tardar unos días o semanas, es normal, pues los bebés, como los adultos, insisten en tener aquello que necesitan. En este caso, lo que solicitan es compañía y calor para sentirse seguros y un hombro, pecho o biberón que les calme lo antes posible para que poco a poco, a su ritmo, vayan aprendiendo a dominar sus necesidades nocturnas y acaben por dormir de una manera más continua.
Pasado ese tiempo su hijo sabrá que es inútil pedir algo que nunca va a llegar. No es que lo haya dejado de necesitar, es que se ha resignado.
• Mi método, si produce llanto y estrés, hace que aumente la secreción cerebral de cortisol, la hormona del estrés. Los expertos dicen que los bebés que menos estrés sufren de pequeños son los que en la edad adulta controlan y dominan mejor sus ansiedades y sus niveles de estrés. Quizás es un dato que quiera tener en cuenta.
Además el cortisol evita la conciliación del sueño, por lo que muchas veces se genera un pez que se muerde la cola.
• Es probable que tenga efectos secundarios: Muchos padres se preguntarán si mi método tiene efectos secundarios. Además de lo comentado sobre el cortisol se ha evidenciado, a corto plazo, la aparición en algunos bebés de problemas conductuales o del sueño tales como pesadillas, aparición de miedos y fobias, etc. (Milberg F, Gerold I).
Las consecuencias a largo plazo pueden ser: trastornos de ansiedad, depresiones, baja autoestima, indefensión aprendida, trastornos del apego, etc.
La misma AEPED ha dicho sobre mi método que “Las técnicas de terapia conductista de condicionamiento del sueño son difícilmente compatibles con la lactancia materna; deberían reservarse a niños con enfermedades del sueño, no estando probadas ni su eficacia, ni su repercusión psicológica a largo plazo”.
Por suerte, los problemas a largo plazo generan un problema a la hora de demostrar la causalidad, así que es muy probable que nadie me busque nunca para pedirme explicaciones.
Un saludo,
Eduard Estivill.
Bien, pues este es el escrito, documento o declaración que muchos estamos esperando del Dr. Estivill. Quién sabe, quizás algún día nos sorprenda y se sincere con todos los padres y madres a los que ha engañado. Quizás lo haga el día que decida que ya ha vendido suficientes libros, quizás no.
En unos días os traeré una nueva entrada con algunas ideas para que los niños duerman un poco mejor (o no).
(En Bebés y más )
TRES OBRAS DE ARTE
en constante evolución
Si a un niño se le "quiebra el espíritu" a fin de que se amolde al sistema, castigando sus exuberantes sentimientos amorosos y sensuales, a partir de entonces los suprimirá. Su espíritu quedará aplastado por la verguenza sufrida, y cuando sea adulto ésta se manifestará en sentimientos de culpa e inseguridad neurótica. Tendrá miedo de la vida y procurará ponerla bajo control. En vez de aprender a "ser", le obsesionará el "hacer",el desempeño que silencie sus temores.
Alexander lowen
viernes, 15 de octubre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
CON LA MIRADA DE UN NIÑO
Por Yolanda González Vara
Mente Sana
Mirar a un bebé suele despertar en el adulto sentimientos de ternura y protección.Contemplar cómo ríen y se mueven los pequeños es un espectáculo único que muestra las ricas potencialidades que encierran desde el primer despertar a la vida.La infancia es el mayor tesoro que posee la humanidad.Y,sin embargo,la interacción del adulto con cada niño puede favorecer o interferir en su desarrollo óptimo y saludable en función de muchos factores interdependientes.
Como sabemos,a lo largo de la historia han ido variando los modelos educativos y la forma de interacción con la primera infancia.Desde los más estrictos modelos autoritarios hasta los más permisivos,hay un gran abanico de variedades educativas que coexisten en nuestra sociedad actual.Pero más allá de las modas y los mmanuales educativos,necesitamos tener criterios coherentes y saludables para interaccionar con la primera infancia.
Necesitamos crear un puente de conexión entre el mundo adulto y el infantil que supere la visión tradicional del modelo adulto "yo sé,tú no sabes" y sustituirlo por el sano e infrecuente ejercicio de la empatía.Necesitamos observar y sentir a los más pequeños,sin prejuicios educativos,cambiando nuestra mirada para crear vínculos seguros y saludables.Efectivamente,el factor esencial durante la crianza y la
educación es nuestra mirada,es decir,cómo interactuamos y el lugar desde el que nos relacionamos con ellos.Metafóricamente,podríamos mencionar dos tipos de mirada:la vertical y la horizontal.
En la mirada vertical,la más habitual,el adulto dirige desde arriba los pasos evolutivos del niño.Se considera que hay que "enseñar" al pequeño porque "no sabe".No solo se le enseñan normas
sociales,también las funciones naturales como "dormir solos y de un tirón" (aunque reclamen a llantos a mamá),"comer de todo" (aunque no estén preparados),compartir (sin haber llegado a la etapa de la socialización)...Este hábito de "enseñar" todo-incluso las funciones naturales que están sujetas a procesos de autorregulación desvela el desconocimiento habitual de los ritmos madurativos y la descofianza en su capacidad de autorregulación.
La mirada horizontal,por su parte,aborda la infancia desde la empatía y el respeto por su proceso madurativo.El adulto se coloca a la altura del niño,acompañándole en su camino,con "ojos de niño",como señala tan gráficamente Franceso Tonucci,psicopedagogo y dibujante italiano.Mirar con ojos de niño significa comprender y sentir junto al niño;en términos de la teoría del apego,significa dar una respuesta empática y sensitiva,además de adecuada e inmediata,a las demandas emocionales del pequeño.
Hasta los tres años,los pequeños no entienden las explicaciones racionales.Solo esperan nuestra respuesta sensible a sus demandas para sentir que la vida es segura y merece la pena vivirla en nuestro regazo.Conocer su proceso evolutivo emocional,es decir,sus necesidades vitales y emocionales,es la clave esencial para acompañarles desde el respeto,la paciencia,la presencia emocional que requieren en
los primeros seis años de vida,etapa en que se constituye el carácter y el vínculo seguro.Muchos sin sabores de la crianza y la educación son debidos al desconocimiento de cuándo,qué y cómo se puede pedir o esperar de un niño pequeño.No podemos esperar lo mismo de un pequeño de dos años que de otro de seis.Las necesidades adultas y las infantiles son antagónicas por simple evolución madurativa.Ellos son pequeños e inmaduros;nosotros,adultos y supuestamente maduros.Ellos necesitan depender para crecer;nosotros,que crezcan rápido para que se independicen.Ellos necesitan de mamá o papá por la noche para sentirse seguros;nosotros,que duerman solos.Ellos necesitan jugar sin cesar como forma de
aprender a vivir;nosotros,descansar después de trabajar.Y así un largo etcétera que coloca a los protagonistas de la historia en dos posiciones opuestas y,a veces,irreconciliables,salvo si recordamos que para crecer seguros y sanos,los niños necesitan satisfacer sus necesidades emocionales:que atendamos su llanto,que les ofrezcamos contacto corporal y que respetemos su ritmo madurativo.El pediatra y psicoanalista inglés Donald Woods Winnicott decía:"La fuerza o debilidad del yo del niño/a está en función de la capacidad del cuidador para responder adecuadamente a la absoluta dependencia del bebé en las primeras fases de la vida".
Si queremos hijos saludables,con vínculo seguro,en la primera infancia se encuentra la clave.Por tanto,somos los adultos los que podemos adecuarnos y amoldarnos a estas necesidades prioritarias de los primeros años -aunque implique algunas renuncias-,en lugar de tratar de adaptar a los pequeños a nuestro mundo adulto,con el consiguiente estrés y malestar para la primera infancia.Podemos superar la realidad de dos mundos opuestos estableciendo un puente de conexión a través de la empatía,de
"sentir-con" ese pequeño que reclama nuestra atención y no entiende nuestras razones.Ellos son los pequeños;nosotros,los mayores.
Las emociones infantiles y las nuestras no son idénticas en cuanto a intensidad y capacidad de asimilación.Los menos de tres años sienten intensamente y no pueden relativizar sus emociones.El intelecto y la capacidad de racionalización adulta no están presente en esta etapa temprana del desarrollo en que están inundados de emociones,sin un filtro racional posible.Si mamá se va,por ejemplo,no valen las explicaciones verbales de buena fe como "volverá enseguida".Con menos de tres
años,el niño llorará desconsolado,y solo parará por agotamiento o ante el regreso materno.No se trata de ningún déficit ni de que deban "aprender" algo para superarlo,simplemente necesitan tiempo de
maduración para sentir y saber que si su figura de apego parte,volverá.
Es crucial comprender que las necesidades emocionales infantiles-de atención,afecto y presencia de la figura de apego-son legítimas y no responden a ningún capricho ni malcrianza.Malcriar es,contrariamente a la creencia popular,no responder con empatía a la demanda imperiosa de antención del niño,que,por otra parte,le trasmite la seguridad que necesita para su evolución posterior.Todavía existe el mito de que la infancia es el paraíso de la felicidad que perdemos según crecemos.Si
pudiéramos recordar nuestra infancia,quizás aflorarían a nuestra conciencia momentos alegres,pero también otros que no lo son tanto.Seguramente sentimos soledad o incomprensión más veces de las deseadas;puede que experimentásemos el doloroso sentimiento de la humillación cuando nos acusaron injustamente de mentir,o recibimos un castigo doloroso..Recordando nuestra infancia es probable que comprendamos que no siempre fue esa etapa idílica en la que se afirma que los niños son felices porque
no tienen obligaciones ni créditos que pagar.Crecer tampoco es fácil.Partir de nuestra experiencia puede ayudarnos a abandonar la mirada vertical y descender hasta la altura del niño,mirando a sus ojos y sus pequeñas manitas,en lugar de interpretar automáticamente cualquier comportamiento suyo sin pararnos a sentir su lógica emocional.
Podemos frenar la tendencia sistemática a interpretar que "no nos obedecen"-con el consiguiente y automático enfado-y detenernos a pensar que,quizás,están inmersos en su juego preferido y necesitan la complicidad paterna o materna para abandonarlo e ir a cenar,por ejemplo.Podemos cuestionarnos la interpretación social que impone reglas externas sobre lo que "debe" hacer un niño sin discriminar edades madurativas o que considera que atender a sus demandas afectivas es malcriar.
En lugar de pensar en términos de "enseñar",tratemos de observar su momento evolutivo y discernir si está preparado para integrar madurativamente un paso más en su desarrollo.Ese paso puede ser la escolarización,el control de esfínteres,el destete o cualquier logro madurativo.Y para ello,necesitamos "sentir-con" ese pequeño y estar formados-informados sobre su proceso evolutivo,y desde el enfoque de
la salud,que no siempre coincide con las normas sociales.En lugar de invadirles con nuestros razonamientos lógicos,tratemos de empatizar con su momento emocional,utilizando siempre "su" lenguaje-que no es el nuestro-,que se basa en el juego y la complicidad,y que tiene su sede en la expresión corporal.
Busquemos alternativas creativas que sustituyan al omnipresente "no",que frustra tanto las necesidades afectivas como los caprichos,y provoca las conocidas rabietas.Se pueden lograr los mismos objetivos sin entrar en guerras innecesarias fomentando los acuerdos consensuados a partir de los tres añitos.Es mucho más gratificante y educativo el aprendizaje mutuo del arte de los acuerdos que imponer criterios que se alejan de su comprensión infantil.En lugar de interpretar cualquier comportamiento como desobediencia,tengamos presente que ellos viven bajo el dominio del placer y nosotros bajo el del deber.Lenguajes,nuevamente,antagónicos.
Juguemos para lograr nuestros objetivos,sin imponernos desde el intelecto.Intentemos formar seres humanos razonables y solidarios,en lugar de personas sumisas o rebeldes sin causa.Y,para conseguirlo,cambiemos nuestra mirada a la infancia mediante la empatía y el respeto por ese pequeñoser de hoy,futuro adulto del mañana.
Yolanda Gonzalez es Psicóloga clínica,Psicoterapeuta. Formada en el abordaje reichiano de adultos a nivel individual y grupal.
Sexóloga. (Madrid)
Experta en “trabajo grupal” por la Univ. De Deusto.
Formada en hipnosis. (A. Hipnosis Cubana)
Formada en “La TEORIA APEGO de J. Bowbly”
Especializada en Prevención infantil desde el Embarazo. Parto. Infancia.
Formadora en promoción y prevención infanto-juvenil a profesionales de la salud.
ESPECIALISTA EN PREVENCION INFANTO-JUVENIL
Mente Sana
Mirar a un bebé suele despertar en el adulto sentimientos de ternura y protección.Contemplar cómo ríen y se mueven los pequeños es un espectáculo único que muestra las ricas potencialidades que encierran desde el primer despertar a la vida.La infancia es el mayor tesoro que posee la humanidad.Y,sin embargo,la interacción del adulto con cada niño puede favorecer o interferir en su desarrollo óptimo y saludable en función de muchos factores interdependientes.
Como sabemos,a lo largo de la historia han ido variando los modelos educativos y la forma de interacción con la primera infancia.Desde los más estrictos modelos autoritarios hasta los más permisivos,hay un gran abanico de variedades educativas que coexisten en nuestra sociedad actual.Pero más allá de las modas y los mmanuales educativos,necesitamos tener criterios coherentes y saludables para interaccionar con la primera infancia.
Necesitamos crear un puente de conexión entre el mundo adulto y el infantil que supere la visión tradicional del modelo adulto "yo sé,tú no sabes" y sustituirlo por el sano e infrecuente ejercicio de la empatía.Necesitamos observar y sentir a los más pequeños,sin prejuicios educativos,cambiando nuestra mirada para crear vínculos seguros y saludables.Efectivamente,el factor esencial durante la crianza y la
educación es nuestra mirada,es decir,cómo interactuamos y el lugar desde el que nos relacionamos con ellos.Metafóricamente,podríamos mencionar dos tipos de mirada:la vertical y la horizontal.
En la mirada vertical,la más habitual,el adulto dirige desde arriba los pasos evolutivos del niño.Se considera que hay que "enseñar" al pequeño porque "no sabe".No solo se le enseñan normas
sociales,también las funciones naturales como "dormir solos y de un tirón" (aunque reclamen a llantos a mamá),"comer de todo" (aunque no estén preparados),compartir (sin haber llegado a la etapa de la socialización)...Este hábito de "enseñar" todo-incluso las funciones naturales que están sujetas a procesos de autorregulación desvela el desconocimiento habitual de los ritmos madurativos y la descofianza en su capacidad de autorregulación.
La mirada horizontal,por su parte,aborda la infancia desde la empatía y el respeto por su proceso madurativo.El adulto se coloca a la altura del niño,acompañándole en su camino,con "ojos de niño",como señala tan gráficamente Franceso Tonucci,psicopedagogo y dibujante italiano.Mirar con ojos de niño significa comprender y sentir junto al niño;en términos de la teoría del apego,significa dar una respuesta empática y sensitiva,además de adecuada e inmediata,a las demandas emocionales del pequeño.
Hasta los tres años,los pequeños no entienden las explicaciones racionales.Solo esperan nuestra respuesta sensible a sus demandas para sentir que la vida es segura y merece la pena vivirla en nuestro regazo.Conocer su proceso evolutivo emocional,es decir,sus necesidades vitales y emocionales,es la clave esencial para acompañarles desde el respeto,la paciencia,la presencia emocional que requieren en
los primeros seis años de vida,etapa en que se constituye el carácter y el vínculo seguro.Muchos sin sabores de la crianza y la educación son debidos al desconocimiento de cuándo,qué y cómo se puede pedir o esperar de un niño pequeño.No podemos esperar lo mismo de un pequeño de dos años que de otro de seis.Las necesidades adultas y las infantiles son antagónicas por simple evolución madurativa.Ellos son pequeños e inmaduros;nosotros,adultos y supuestamente maduros.Ellos necesitan depender para crecer;nosotros,que crezcan rápido para que se independicen.Ellos necesitan de mamá o papá por la noche para sentirse seguros;nosotros,que duerman solos.Ellos necesitan jugar sin cesar como forma de
aprender a vivir;nosotros,descansar después de trabajar.Y así un largo etcétera que coloca a los protagonistas de la historia en dos posiciones opuestas y,a veces,irreconciliables,salvo si recordamos que para crecer seguros y sanos,los niños necesitan satisfacer sus necesidades emocionales:que atendamos su llanto,que les ofrezcamos contacto corporal y que respetemos su ritmo madurativo.El pediatra y psicoanalista inglés Donald Woods Winnicott decía:"La fuerza o debilidad del yo del niño/a está en función de la capacidad del cuidador para responder adecuadamente a la absoluta dependencia del bebé en las primeras fases de la vida".
Si queremos hijos saludables,con vínculo seguro,en la primera infancia se encuentra la clave.Por tanto,somos los adultos los que podemos adecuarnos y amoldarnos a estas necesidades prioritarias de los primeros años -aunque implique algunas renuncias-,en lugar de tratar de adaptar a los pequeños a nuestro mundo adulto,con el consiguiente estrés y malestar para la primera infancia.Podemos superar la realidad de dos mundos opuestos estableciendo un puente de conexión a través de la empatía,de
"sentir-con" ese pequeño que reclama nuestra atención y no entiende nuestras razones.Ellos son los pequeños;nosotros,los mayores.
Las emociones infantiles y las nuestras no son idénticas en cuanto a intensidad y capacidad de asimilación.Los menos de tres años sienten intensamente y no pueden relativizar sus emociones.El intelecto y la capacidad de racionalización adulta no están presente en esta etapa temprana del desarrollo en que están inundados de emociones,sin un filtro racional posible.Si mamá se va,por ejemplo,no valen las explicaciones verbales de buena fe como "volverá enseguida".Con menos de tres
años,el niño llorará desconsolado,y solo parará por agotamiento o ante el regreso materno.No se trata de ningún déficit ni de que deban "aprender" algo para superarlo,simplemente necesitan tiempo de
maduración para sentir y saber que si su figura de apego parte,volverá.
Es crucial comprender que las necesidades emocionales infantiles-de atención,afecto y presencia de la figura de apego-son legítimas y no responden a ningún capricho ni malcrianza.Malcriar es,contrariamente a la creencia popular,no responder con empatía a la demanda imperiosa de antención del niño,que,por otra parte,le trasmite la seguridad que necesita para su evolución posterior.Todavía existe el mito de que la infancia es el paraíso de la felicidad que perdemos según crecemos.Si
pudiéramos recordar nuestra infancia,quizás aflorarían a nuestra conciencia momentos alegres,pero también otros que no lo son tanto.Seguramente sentimos soledad o incomprensión más veces de las deseadas;puede que experimentásemos el doloroso sentimiento de la humillación cuando nos acusaron injustamente de mentir,o recibimos un castigo doloroso..Recordando nuestra infancia es probable que comprendamos que no siempre fue esa etapa idílica en la que se afirma que los niños son felices porque
no tienen obligaciones ni créditos que pagar.Crecer tampoco es fácil.Partir de nuestra experiencia puede ayudarnos a abandonar la mirada vertical y descender hasta la altura del niño,mirando a sus ojos y sus pequeñas manitas,en lugar de interpretar automáticamente cualquier comportamiento suyo sin pararnos a sentir su lógica emocional.
Podemos frenar la tendencia sistemática a interpretar que "no nos obedecen"-con el consiguiente y automático enfado-y detenernos a pensar que,quizás,están inmersos en su juego preferido y necesitan la complicidad paterna o materna para abandonarlo e ir a cenar,por ejemplo.Podemos cuestionarnos la interpretación social que impone reglas externas sobre lo que "debe" hacer un niño sin discriminar edades madurativas o que considera que atender a sus demandas afectivas es malcriar.
En lugar de pensar en términos de "enseñar",tratemos de observar su momento evolutivo y discernir si está preparado para integrar madurativamente un paso más en su desarrollo.Ese paso puede ser la escolarización,el control de esfínteres,el destete o cualquier logro madurativo.Y para ello,necesitamos "sentir-con" ese pequeño y estar formados-informados sobre su proceso evolutivo,y desde el enfoque de
la salud,que no siempre coincide con las normas sociales.En lugar de invadirles con nuestros razonamientos lógicos,tratemos de empatizar con su momento emocional,utilizando siempre "su" lenguaje-que no es el nuestro-,que se basa en el juego y la complicidad,y que tiene su sede en la expresión corporal.
Busquemos alternativas creativas que sustituyan al omnipresente "no",que frustra tanto las necesidades afectivas como los caprichos,y provoca las conocidas rabietas.Se pueden lograr los mismos objetivos sin entrar en guerras innecesarias fomentando los acuerdos consensuados a partir de los tres añitos.Es mucho más gratificante y educativo el aprendizaje mutuo del arte de los acuerdos que imponer criterios que se alejan de su comprensión infantil.En lugar de interpretar cualquier comportamiento como desobediencia,tengamos presente que ellos viven bajo el dominio del placer y nosotros bajo el del deber.Lenguajes,nuevamente,antagónicos.
Juguemos para lograr nuestros objetivos,sin imponernos desde el intelecto.Intentemos formar seres humanos razonables y solidarios,en lugar de personas sumisas o rebeldes sin causa.Y,para conseguirlo,cambiemos nuestra mirada a la infancia mediante la empatía y el respeto por ese pequeñoser de hoy,futuro adulto del mañana.
Yolanda Gonzalez es Psicóloga clínica,Psicoterapeuta. Formada en el abordaje reichiano de adultos a nivel individual y grupal.
Sexóloga. (Madrid)
Experta en “trabajo grupal” por la Univ. De Deusto.
Formada en hipnosis. (A. Hipnosis Cubana)
Formada en “La TEORIA APEGO de J. Bowbly”
Especializada en Prevención infantil desde el Embarazo. Parto. Infancia.
Formadora en promoción y prevención infanto-juvenil a profesionales de la salud.
ESPECIALISTA EN PREVENCION INFANTO-JUVENIL
lunes, 11 de octubre de 2010
EDUCAR O CONDICIONAR????
La función de los padres es acompañar a sus hijos para que crezcan sanos, libres e independientes. Sin embargo, muchos les imponen sus normas y creencias, dificultando que se conviertan en quienes son.
Dado que nadie puede enseñarnos a ser padres (o madres), educar a los hijos es el compromiso más exigente que podemos asumir en la vida. Estamos hablando de crear y desarrollar el potencial de un nuevo ser, no puede ni debe tomarse a la ligera. Cabe recordar que una vez nos adentramos en esta gran aventura no hay marcha atrás.
"Algunos padres creen que sus hijos son una más de sus posesiones y los tratan como una prolongación de sus propios egos"
"Los padres inconscientes hacen con sus hijos lo que les hicieron a ellos: inculcarles patrones automáticos de pensamiento"
Ningún otro acontecimiento supone un punto de inflexión tan radical en nuestra experiencia como seres humanos que empezar a ejercer de padres. Durante muchos años deberemos responsabilizarnos del cuidado, la protección y la educación de un bebé, la criatura más frágil e inocente que habita en este mundo. Es como una semilla que requiere de un jardinero competente, atento y, sobre todo, amoroso. No hay mejor abono que el cariño.
Como en cualquier otra profesión, el verdadero éxito suele conseguirse cuando los padres vivimos y disfrutamos de nuestra nueva función con vocación de servicio. Y ésta puede cultivarse cuando nuestro hijo es fruto de una decisión libre y consciente, movida por el profundo anhelo de aprender a amar incondicionalmente. Si somos merecedores de recibir el regalo de la paternidad, es necesario que nos preguntemos por qué y para qué queremos dar este importante paso.
¿PARA QUÉ SE TIENEN HIJOS?
“Para liderar a tus hijos, primero has de aprender a liderarte a ti mismo” (Kenneth Blanchard)
Para desenmascarar la verdadera motivación que nos mueve a desear un hijo, algunos psicólogos proponen que nos hagamos cuatro preguntas: 1. ¿Para cumplir con lo que la familia y la sociedad espera de nosotros? 2. ¿Para crear un vínculo emocional con nuestra pareja, de la que nos sentimos distanciados? 3. ¿Para tener un juguete con el que entretenernos y escapar de la monotonía? Y 4. ¿Para llenar el vacío de una vida sin sentido? Son preguntas muy serias que requieren respuestas maduras y reflexivas.
Nuestros deseos egoístas no son justificación suficiente para concebir un hijo. En el caso de llegar el momento oportuno, nuestro corazón siente una aspiración mucho más trascendente y altruista: contribuir con nuestro granito de arena en la evolución consciente de la humanidad. Y para lograrlo, primero hemos de echarnos un vistazo a nosotros mismos.
Para poder ser un buen padre se debe contar con la comprensión suficiente para disfrutar de una vida equilibrada y plena. Antes de dedicarnos a atender emocionalmente a nuestros hijos, primero hemos de haberlo hecho con nosotros mismos. Sólo así asumiremos nuestro nuevo rol de forma madura y responsable. Ése es precisamente uno de los objetivos del autoconocimiento y el desarrollo personal. No hemos de olvidar que ser padre es un milagro biológico; es el don más preciado de nuestra existencia, y requiere cierto esfuerzo por nuestra parte ser dignos de disfrutarlo.
CUESTIÓN DE COMPROMISO
Tener hijos no le convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no le vuelve pianista” (Michael Levine)
Los padres comprometidos comienzan a serlo antes del embarazo, aunque nunca es tarde para asumir esta responsabilidad. Son conscientes de la importancia de cuidar su salud, con lo que echan mano de su fuerza de voluntad para eliminar hábitos como el alcohol, el tabaco y la negatividad. Y esto se acentúa aún más en el caso de las mujeres, que durante nueves meses nutren a su futuro hijo a través de su cuerpo (cobijo, calor y alimento) y su mente (pensamientos, emociones, sentimientos).
Cuando nacen, los niños son como una hoja en blanco: limpios, puros y sin limitaciones ni prejuicios. Al ver el mundo por primera vez, se asombran por todo lo que sucede. Ése es el tesoro de la inocencia. Tan sólo hay que ver la cara que ponemos los adultos cuando miramos cómo juega un niño. Solemos sonreír, disipando la nube gris que normalmente distorsiona nuestra manera de ver y de interpretar la realidad.
Y es justamente ese asombro el que echamos de menos. Los niños nos recuerdan nuestra capacidad de ser felices en cualquier momento. Nos enseñan que el secreto se encuentra en nuestra actitud, que escogemos en cada instante. Nuestro proceso de crecimiento, cambio y evolución pasa por aprender a mirar y aceptar la realidad tal como es, maravillándonos conscientemente de todo lo que nos ofrece, recuperando así el contacto con el niño que fuimos.
POR EL BIEN DE LOS HIJOS
El crimen más grande en contra de la humanidad es contaminar la mente de un niño inocente con falsas creencias que limiten y obstaculicen su propio descubrimiento de la vida” (Osho)
Existen dos formas diferentes de vivir la paternidad. Los hay que la ejercen consciente y amorosamente, y quienes la ejecutan mecánicamente. Los primeros han tomado conciencia de que sus hijos vienen a través de ellos, pero no les pertenecen. Saben que algún día comenzarán a vivir su propia vida e intentan apoyarlos durante su proceso de crecimiento. De ahí que su estilo de vida les permita conciliar, haciendo lo posible para dedicar a sus hijos tiempo de calidad.
Los padres inconscientes creen erróneamente que sus hijos son una más de sus posesiones, y los tratan como una prolongación de sus egos. En vez de darles lo que verdaderamente necesitan (cariño, atención, aceptación, libertad y amor), les ponen todo tipo de límites, inculcándoles creencias, normas y valores que definan quiénes han de ser y cómo deben vivir. No están interesados en que crezcan y se desarrollen siguiendo su propio camino, sino en que se conviertan en los adultos que han decidido que tienen que ser.
Así, los padres inconscientes hacen con sus hijos exactamente lo que les hicieron a ellos cuando eran niños: inculcar los patrones automáticos de pensamiento y conducta con los que fueron programados, frenando así la evolución natural de la nueva generación. En el caso de que estos padres sean infelices, obstaculizarán la búsqueda y la conquista de la felicidad de sus hijos. De ahí que se diga que las buenas intenciones son peligrosas en manos de gente inconsciente.
LAS FASES DE LA PERSONALIDAD
Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada”
(Albert Einstein)
Expertos en el campo de la psicología de la personalidad afirman que la creación de nuestra identidad atraviesa tres fases. La primera se produce hasta los 12 años, periodo en el que nos creemos indiscriminadamente todo lo que nos dicen, pues no tenemos ninguna referencia con qué compararla. La segunda fase transcurre durante la pubertad, una vez ya se ha conformado nuestro sistema de creencias. Al empezar a funcionar siguiendo la programación introducida en nuestra mente, nos sentimos profundamente inseguros y confundidos, lo que ocasiona la crisis de la adolescencia.
La tercera fase suele comenzar a los 18 años. Una vez revisadas nuestras creencias, podemos decidir voluntariamente qué nos gusta, qué nos sirve o qué nos conviene mantener de nuestra forma de ser, insertando nueva información y desechando la vieja. Es entonces cuando adquiere una enorme importancia confirmar la veracidad o falsedad de los dogmas que nos han sido impuestos. Detrás de cualquier malestar siempre se esconde una falsa creencia.
En la medida en que pensamos y funcionamos a partir de nuestro sistema de creencias, el condicionamiento inculcado se va consolidando en nuestra mente, formando así nuestra personalidad. Al repetirnos determinados mensajes e ideas escuchados en nuestra infancia sobre lo que hemos de ser, hacer y tener para ser aceptados como individuos normales por nuestra sociedad, finalmente terminamos convirtiéndonos en eso que creemos ser.
BUSCAR LA VERDAD
“No puedo enseñaros nada, solamente puedo ayudaros a buscar el conocimiento dentro de vosotros mismos, lo cual es mucho mejor que traspasaros mi poca sabiduría” (Sócrates)
Mientras el condicionamiento nos esclaviza, la auténtica educación tiene como finalidad liberarnos. Etimológicamente, uno de los significados de la palabra latina educare es “conducir de la oscuridad a la luz”, es decir, “extraer algo que está en nuestro interior, desarrollando así nuestro potencial humano”. Así, nuestra función como padres no consiste en proyectar nuestra manera de ver el mundo sobre nuestros hijos, sino en ayudarles para que ellos mismos descubran su propia forma de mirarlo, comprenderlo y disfrutarlo.
¿Qué sentido tiene que nuestros hijos deban estudiar Derecho o Económicas si lo que les gusta es el arte y los proyectos sociales? ¿Que deban trabajar 11 horas al día en una profesión que odian para ganar mucho dinero? ¿Que deban jugar con soldaditos si prefieren las muñecas? ¿Que deban convertirse en cristianos, judíos, musulmanes o budistas si no lo han escogido voluntariamente? ¿Que deban seguir los dictados de la mayoría cuando anhelan descubrir su propio camino en la vida?
No es fácil ser padre. Pero tampoco lo es ser hijo de alguien que no se preocupa realmente por el desarrollo de tu bienestar. El condicionamiento provoca que siendo niños nos desconectemos y olvidemos de nuestra naturaleza más esencial: la alegría y vitalidad con la que nacimos. Al convertirnos en adultos, nuestra verdadera identidad queda sepultada por una máscara construida con creencias, normas y valores de segunda mano. De nosotros depende ser capaces de mirarnos al espejo y ver que es necesario cambiar.
(Articulo del Pais)
Dado que nadie puede enseñarnos a ser padres (o madres), educar a los hijos es el compromiso más exigente que podemos asumir en la vida. Estamos hablando de crear y desarrollar el potencial de un nuevo ser, no puede ni debe tomarse a la ligera. Cabe recordar que una vez nos adentramos en esta gran aventura no hay marcha atrás.
"Algunos padres creen que sus hijos son una más de sus posesiones y los tratan como una prolongación de sus propios egos"
"Los padres inconscientes hacen con sus hijos lo que les hicieron a ellos: inculcarles patrones automáticos de pensamiento"
Ningún otro acontecimiento supone un punto de inflexión tan radical en nuestra experiencia como seres humanos que empezar a ejercer de padres. Durante muchos años deberemos responsabilizarnos del cuidado, la protección y la educación de un bebé, la criatura más frágil e inocente que habita en este mundo. Es como una semilla que requiere de un jardinero competente, atento y, sobre todo, amoroso. No hay mejor abono que el cariño.
Como en cualquier otra profesión, el verdadero éxito suele conseguirse cuando los padres vivimos y disfrutamos de nuestra nueva función con vocación de servicio. Y ésta puede cultivarse cuando nuestro hijo es fruto de una decisión libre y consciente, movida por el profundo anhelo de aprender a amar incondicionalmente. Si somos merecedores de recibir el regalo de la paternidad, es necesario que nos preguntemos por qué y para qué queremos dar este importante paso.
¿PARA QUÉ SE TIENEN HIJOS?
“Para liderar a tus hijos, primero has de aprender a liderarte a ti mismo” (Kenneth Blanchard)
Para desenmascarar la verdadera motivación que nos mueve a desear un hijo, algunos psicólogos proponen que nos hagamos cuatro preguntas: 1. ¿Para cumplir con lo que la familia y la sociedad espera de nosotros? 2. ¿Para crear un vínculo emocional con nuestra pareja, de la que nos sentimos distanciados? 3. ¿Para tener un juguete con el que entretenernos y escapar de la monotonía? Y 4. ¿Para llenar el vacío de una vida sin sentido? Son preguntas muy serias que requieren respuestas maduras y reflexivas.
Nuestros deseos egoístas no son justificación suficiente para concebir un hijo. En el caso de llegar el momento oportuno, nuestro corazón siente una aspiración mucho más trascendente y altruista: contribuir con nuestro granito de arena en la evolución consciente de la humanidad. Y para lograrlo, primero hemos de echarnos un vistazo a nosotros mismos.
Para poder ser un buen padre se debe contar con la comprensión suficiente para disfrutar de una vida equilibrada y plena. Antes de dedicarnos a atender emocionalmente a nuestros hijos, primero hemos de haberlo hecho con nosotros mismos. Sólo así asumiremos nuestro nuevo rol de forma madura y responsable. Ése es precisamente uno de los objetivos del autoconocimiento y el desarrollo personal. No hemos de olvidar que ser padre es un milagro biológico; es el don más preciado de nuestra existencia, y requiere cierto esfuerzo por nuestra parte ser dignos de disfrutarlo.
CUESTIÓN DE COMPROMISO
Tener hijos no le convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no le vuelve pianista” (Michael Levine)
Los padres comprometidos comienzan a serlo antes del embarazo, aunque nunca es tarde para asumir esta responsabilidad. Son conscientes de la importancia de cuidar su salud, con lo que echan mano de su fuerza de voluntad para eliminar hábitos como el alcohol, el tabaco y la negatividad. Y esto se acentúa aún más en el caso de las mujeres, que durante nueves meses nutren a su futuro hijo a través de su cuerpo (cobijo, calor y alimento) y su mente (pensamientos, emociones, sentimientos).
Cuando nacen, los niños son como una hoja en blanco: limpios, puros y sin limitaciones ni prejuicios. Al ver el mundo por primera vez, se asombran por todo lo que sucede. Ése es el tesoro de la inocencia. Tan sólo hay que ver la cara que ponemos los adultos cuando miramos cómo juega un niño. Solemos sonreír, disipando la nube gris que normalmente distorsiona nuestra manera de ver y de interpretar la realidad.
Y es justamente ese asombro el que echamos de menos. Los niños nos recuerdan nuestra capacidad de ser felices en cualquier momento. Nos enseñan que el secreto se encuentra en nuestra actitud, que escogemos en cada instante. Nuestro proceso de crecimiento, cambio y evolución pasa por aprender a mirar y aceptar la realidad tal como es, maravillándonos conscientemente de todo lo que nos ofrece, recuperando así el contacto con el niño que fuimos.
POR EL BIEN DE LOS HIJOS
El crimen más grande en contra de la humanidad es contaminar la mente de un niño inocente con falsas creencias que limiten y obstaculicen su propio descubrimiento de la vida” (Osho)
Existen dos formas diferentes de vivir la paternidad. Los hay que la ejercen consciente y amorosamente, y quienes la ejecutan mecánicamente. Los primeros han tomado conciencia de que sus hijos vienen a través de ellos, pero no les pertenecen. Saben que algún día comenzarán a vivir su propia vida e intentan apoyarlos durante su proceso de crecimiento. De ahí que su estilo de vida les permita conciliar, haciendo lo posible para dedicar a sus hijos tiempo de calidad.
Los padres inconscientes creen erróneamente que sus hijos son una más de sus posesiones, y los tratan como una prolongación de sus egos. En vez de darles lo que verdaderamente necesitan (cariño, atención, aceptación, libertad y amor), les ponen todo tipo de límites, inculcándoles creencias, normas y valores que definan quiénes han de ser y cómo deben vivir. No están interesados en que crezcan y se desarrollen siguiendo su propio camino, sino en que se conviertan en los adultos que han decidido que tienen que ser.
Así, los padres inconscientes hacen con sus hijos exactamente lo que les hicieron a ellos cuando eran niños: inculcar los patrones automáticos de pensamiento y conducta con los que fueron programados, frenando así la evolución natural de la nueva generación. En el caso de que estos padres sean infelices, obstaculizarán la búsqueda y la conquista de la felicidad de sus hijos. De ahí que se diga que las buenas intenciones son peligrosas en manos de gente inconsciente.
LAS FASES DE LA PERSONALIDAD
Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada”
(Albert Einstein)
Expertos en el campo de la psicología de la personalidad afirman que la creación de nuestra identidad atraviesa tres fases. La primera se produce hasta los 12 años, periodo en el que nos creemos indiscriminadamente todo lo que nos dicen, pues no tenemos ninguna referencia con qué compararla. La segunda fase transcurre durante la pubertad, una vez ya se ha conformado nuestro sistema de creencias. Al empezar a funcionar siguiendo la programación introducida en nuestra mente, nos sentimos profundamente inseguros y confundidos, lo que ocasiona la crisis de la adolescencia.
La tercera fase suele comenzar a los 18 años. Una vez revisadas nuestras creencias, podemos decidir voluntariamente qué nos gusta, qué nos sirve o qué nos conviene mantener de nuestra forma de ser, insertando nueva información y desechando la vieja. Es entonces cuando adquiere una enorme importancia confirmar la veracidad o falsedad de los dogmas que nos han sido impuestos. Detrás de cualquier malestar siempre se esconde una falsa creencia.
En la medida en que pensamos y funcionamos a partir de nuestro sistema de creencias, el condicionamiento inculcado se va consolidando en nuestra mente, formando así nuestra personalidad. Al repetirnos determinados mensajes e ideas escuchados en nuestra infancia sobre lo que hemos de ser, hacer y tener para ser aceptados como individuos normales por nuestra sociedad, finalmente terminamos convirtiéndonos en eso que creemos ser.
BUSCAR LA VERDAD
“No puedo enseñaros nada, solamente puedo ayudaros a buscar el conocimiento dentro de vosotros mismos, lo cual es mucho mejor que traspasaros mi poca sabiduría” (Sócrates)
Mientras el condicionamiento nos esclaviza, la auténtica educación tiene como finalidad liberarnos. Etimológicamente, uno de los significados de la palabra latina educare es “conducir de la oscuridad a la luz”, es decir, “extraer algo que está en nuestro interior, desarrollando así nuestro potencial humano”. Así, nuestra función como padres no consiste en proyectar nuestra manera de ver el mundo sobre nuestros hijos, sino en ayudarles para que ellos mismos descubran su propia forma de mirarlo, comprenderlo y disfrutarlo.
¿Qué sentido tiene que nuestros hijos deban estudiar Derecho o Económicas si lo que les gusta es el arte y los proyectos sociales? ¿Que deban trabajar 11 horas al día en una profesión que odian para ganar mucho dinero? ¿Que deban jugar con soldaditos si prefieren las muñecas? ¿Que deban convertirse en cristianos, judíos, musulmanes o budistas si no lo han escogido voluntariamente? ¿Que deban seguir los dictados de la mayoría cuando anhelan descubrir su propio camino en la vida?
No es fácil ser padre. Pero tampoco lo es ser hijo de alguien que no se preocupa realmente por el desarrollo de tu bienestar. El condicionamiento provoca que siendo niños nos desconectemos y olvidemos de nuestra naturaleza más esencial: la alegría y vitalidad con la que nacimos. Al convertirnos en adultos, nuestra verdadera identidad queda sepultada por una máscara construida con creencias, normas y valores de segunda mano. De nosotros depende ser capaces de mirarnos al espejo y ver que es necesario cambiar.
(Articulo del Pais)
MEDIKINET..un nuevo medicamento para drogar a la infancia...
MEDIKINET
POSIBLES EFECTOS SECUNDARIOS SEGUN INFORMACIÓN DEL LABORATORIO FABRICANTE
Al igual que todos los medicamentos, el metilfenidato puede producir efectos secundarios:
• cambios notables del estado de ánimo o la personalidad
• manía
• trastornos psicóticos, como alucinaciones visuales, táctiles o auditivas o delirios
• palpitaciones, desmayo inexplicado, dolor de tórax, dificultad respiratoria (a veces son signos de una enfermedad cardiaca)
• parálisis o afectación del movimiento y la visión, dificultades para hablar (podrían ser síntomas de vasculitis cerebral).
Efectos en el crecimiento y la madurez
Cuando se usa durante periodos prolongados, el metilfenidato puede reducir la velocidad de crecimiento (aumento de peso y/o de estatura) en algunos niños.
Infecciones e infestaciones
Frecuentes: nasofaringitis
Trastornos de la sangre y del sistema linfático
Muy raros: anemia, leucopenia, trombocitopenia, púrpura trombocitopénica
Frecuencia no conocida: pancitopenia
Trastornos del sistema inmunológico
Poco frecuentes: reacciones de hipersensibilidad como edema angioneurótico, reacciones anafilácticas, hinchazón auricular, trastornos vesiculares, trastornos exfoliativos, urticaria, prurito, exantemas y erupciones
Trastornos del metabolismo y de la nutrición
Frecuentes: anorexia, disminución del apetito, reducción moderada del aumento de peso y talla durante el uso prolongado en la infancia
Trastornos psiquiátricos
• Muy frecuentes: insomnio, nerviosismo
• Frecuentes: anorexia, inestabilidad afectiva, agresividad, agitación, ansiedad, depresión, irritabilidad, anomalías del comportamiento
• Poco frecuentes: trastornos psicóticos, alucinaciones auditivas, visuales y táctiles, ira, ideación suicida, alteración del estado de ánimo, cambios del estado de ánimo, inquietud, llanto, tics, empeoramiento de los tics preexistentes o síndrome de Tourette, hipervigilancia, trastorno del sueño
• Raros: manía, desorientación, trastornos de la libido
• Muy raros: tentativa de suicidio (incluido el suicidio consumado), depresión transitoria del estado de ánimo, pensamientos anormales, apatía, comportamientos repetitivos, concentración de la atención en pocos estímulos.
Frecuencia no conocida: delirios, trastornos del pensamiento, estado de confusión
Trastornos del sistema nervioso
• Muy frecuentes: dolor de cabeza
• Frecuentes: mareos, discinesia, hiperactividad psicomotriz, somnolencia
• Poco frecuentes: sedación, temblor
• Muy raros: convulsiones, movimientos coreoatetoides, déficit neurológico isquémico reversible Síndrome maligno por neurolépticos (SMN; los informes estaban muy mal documentados y, en la mayoría de los casos, los pacientes recibían además otros medicamentos, por lo que no está claro el papel del metilfenidato).
• Frecuencia no conocida: trastornos cerebrovasculares (como vasculitis, hemorragias cerebrales, accidentes cerebrovasculares, arteritis cerebral, oclusión cerebral) convulsiones tónico-clónicas generalizadas, migraña
Trastornos oculares
• Poco frecuentes: diplopía, visión borrosa
• Raros: dificultades en la acomodación visual, midriasis, trastornos visuales
Trastornos cardíacos
• Frecuentes: arritmia, taquicardia, palpitaciones
• Poco frecuentes: dolor torácico
• Raros: angina de pecho
• Muy raros: parada cardiaca, infarto de miocardio
• Frecuencia no conocida: taquicardia supraventricular, bradicardia, extrasístoles ventriculares, extrasístoles
Trastornos vasculares
• Frecuentes: hipertensión
• Muy raros: arteritis y/o oclusión cerebral, frialdad periférica, fenómeno de Raynaud
Trastornos respiratorios, torácicos y mediastínicos
• Frecuentes: tos, dolor faringolaríngeo
• Poco frecuentes: disnea
Trastornos gastrointestinales
• Frecuentes: dolor abdominal, diarrea, náuseas, molestias estomacales y vómitos; sequedad de boca.
• Poco frecuentes: estreñimiento
Trastornos hepatobiliares
• Poco frecuentes: elevaciones de las enzimas hepáticas
• Muy raros: anomalías de la función hepática, incluido coma hepático
Trastornos de la piel y del tejido subcutáneo
• Frecuentes: alopecia, prurito, erupción, urticaria
• Poco frecuentes: edema angioneurótico, trastornos vesiculares, trastornos exfoliativos
• Raros: hiperhidrosis, erupción macular, eritema
• Muy raros: eritema multiforme, dermatitis exfoliativa, erupción medicamentosa fija
Trastornos musculoesqueléticos y del tejido conjuntivo
• Frecuentes: artralgia
• Poco frecuentes: mialgia, contracciones musculares
• Muy raros: calambres musculares
Trastornos renales y urinarios
• Poco frecuentes: hematuria
Trastornos del aparato reproductor y de la mama
• Raros: ginecomastia
Trastornos generales y alteraciones en el lugar de administración
• Frecuentes: pirexia, retraso del crecimiento durante el uso prolongado en la infancia
• Poco frecuentes: dolor torácico, cansancio
• Muy raros: muerte súbita de origen cardiaco
• Frecuencia no conocida: molestias torácicas, hiperpirexia
Exploraciones complementarias
• Frecuentes: cambios de la presión arterial y la frecuencia cardiaca (normalmente, aumentos), pérdida de peso
• Poco frecuentes: soplo cardiaco, elevación de las enzimas hepáticas
• Muy raros: aumento de la fosfatasa alcalina en sangre, aumento de la bilirrubina sanguínea, descenso delrecuento plaquetario, anomalías del recuento de leucocitos
Si considera que alguno de los efectos secundarios que sufre es grave o si aprecia cualquier efecto secundario no mencionado en este prospecto, informe a su médico o farmacéutico.
http://www.youtube.com/watch?v=ie9Iu-kLxd4
No dejeis de ver en este material de youtube a niños y jovenes medicados con Ritalina (Metilfenidato) expresando sus opiniones sobre el tema.
Juan Pundik
Plataforma Internacional contra la Medicalización
de la Infancia
Presidente
Consulta nuestra web plataformaicmi.org
Si estás de acuerdo con nuestra tarea de denuncia y divulgación haznos llegar tu adhesión y tus coordenadas a: plataformaicmi@comunicar.e.telefonica.net
POSIBLES EFECTOS SECUNDARIOS SEGUN INFORMACIÓN DEL LABORATORIO FABRICANTE
Al igual que todos los medicamentos, el metilfenidato puede producir efectos secundarios:
• cambios notables del estado de ánimo o la personalidad
• manía
• trastornos psicóticos, como alucinaciones visuales, táctiles o auditivas o delirios
• palpitaciones, desmayo inexplicado, dolor de tórax, dificultad respiratoria (a veces son signos de una enfermedad cardiaca)
• parálisis o afectación del movimiento y la visión, dificultades para hablar (podrían ser síntomas de vasculitis cerebral).
Efectos en el crecimiento y la madurez
Cuando se usa durante periodos prolongados, el metilfenidato puede reducir la velocidad de crecimiento (aumento de peso y/o de estatura) en algunos niños.
Infecciones e infestaciones
Frecuentes: nasofaringitis
Trastornos de la sangre y del sistema linfático
Muy raros: anemia, leucopenia, trombocitopenia, púrpura trombocitopénica
Frecuencia no conocida: pancitopenia
Trastornos del sistema inmunológico
Poco frecuentes: reacciones de hipersensibilidad como edema angioneurótico, reacciones anafilácticas, hinchazón auricular, trastornos vesiculares, trastornos exfoliativos, urticaria, prurito, exantemas y erupciones
Trastornos del metabolismo y de la nutrición
Frecuentes: anorexia, disminución del apetito, reducción moderada del aumento de peso y talla durante el uso prolongado en la infancia
Trastornos psiquiátricos
• Muy frecuentes: insomnio, nerviosismo
• Frecuentes: anorexia, inestabilidad afectiva, agresividad, agitación, ansiedad, depresión, irritabilidad, anomalías del comportamiento
• Poco frecuentes: trastornos psicóticos, alucinaciones auditivas, visuales y táctiles, ira, ideación suicida, alteración del estado de ánimo, cambios del estado de ánimo, inquietud, llanto, tics, empeoramiento de los tics preexistentes o síndrome de Tourette, hipervigilancia, trastorno del sueño
• Raros: manía, desorientación, trastornos de la libido
• Muy raros: tentativa de suicidio (incluido el suicidio consumado), depresión transitoria del estado de ánimo, pensamientos anormales, apatía, comportamientos repetitivos, concentración de la atención en pocos estímulos.
Frecuencia no conocida: delirios, trastornos del pensamiento, estado de confusión
Trastornos del sistema nervioso
• Muy frecuentes: dolor de cabeza
• Frecuentes: mareos, discinesia, hiperactividad psicomotriz, somnolencia
• Poco frecuentes: sedación, temblor
• Muy raros: convulsiones, movimientos coreoatetoides, déficit neurológico isquémico reversible Síndrome maligno por neurolépticos (SMN; los informes estaban muy mal documentados y, en la mayoría de los casos, los pacientes recibían además otros medicamentos, por lo que no está claro el papel del metilfenidato).
• Frecuencia no conocida: trastornos cerebrovasculares (como vasculitis, hemorragias cerebrales, accidentes cerebrovasculares, arteritis cerebral, oclusión cerebral) convulsiones tónico-clónicas generalizadas, migraña
Trastornos oculares
• Poco frecuentes: diplopía, visión borrosa
• Raros: dificultades en la acomodación visual, midriasis, trastornos visuales
Trastornos cardíacos
• Frecuentes: arritmia, taquicardia, palpitaciones
• Poco frecuentes: dolor torácico
• Raros: angina de pecho
• Muy raros: parada cardiaca, infarto de miocardio
• Frecuencia no conocida: taquicardia supraventricular, bradicardia, extrasístoles ventriculares, extrasístoles
Trastornos vasculares
• Frecuentes: hipertensión
• Muy raros: arteritis y/o oclusión cerebral, frialdad periférica, fenómeno de Raynaud
Trastornos respiratorios, torácicos y mediastínicos
• Frecuentes: tos, dolor faringolaríngeo
• Poco frecuentes: disnea
Trastornos gastrointestinales
• Frecuentes: dolor abdominal, diarrea, náuseas, molestias estomacales y vómitos; sequedad de boca.
• Poco frecuentes: estreñimiento
Trastornos hepatobiliares
• Poco frecuentes: elevaciones de las enzimas hepáticas
• Muy raros: anomalías de la función hepática, incluido coma hepático
Trastornos de la piel y del tejido subcutáneo
• Frecuentes: alopecia, prurito, erupción, urticaria
• Poco frecuentes: edema angioneurótico, trastornos vesiculares, trastornos exfoliativos
• Raros: hiperhidrosis, erupción macular, eritema
• Muy raros: eritema multiforme, dermatitis exfoliativa, erupción medicamentosa fija
Trastornos musculoesqueléticos y del tejido conjuntivo
• Frecuentes: artralgia
• Poco frecuentes: mialgia, contracciones musculares
• Muy raros: calambres musculares
Trastornos renales y urinarios
• Poco frecuentes: hematuria
Trastornos del aparato reproductor y de la mama
• Raros: ginecomastia
Trastornos generales y alteraciones en el lugar de administración
• Frecuentes: pirexia, retraso del crecimiento durante el uso prolongado en la infancia
• Poco frecuentes: dolor torácico, cansancio
• Muy raros: muerte súbita de origen cardiaco
• Frecuencia no conocida: molestias torácicas, hiperpirexia
Exploraciones complementarias
• Frecuentes: cambios de la presión arterial y la frecuencia cardiaca (normalmente, aumentos), pérdida de peso
• Poco frecuentes: soplo cardiaco, elevación de las enzimas hepáticas
• Muy raros: aumento de la fosfatasa alcalina en sangre, aumento de la bilirrubina sanguínea, descenso delrecuento plaquetario, anomalías del recuento de leucocitos
Si considera que alguno de los efectos secundarios que sufre es grave o si aprecia cualquier efecto secundario no mencionado en este prospecto, informe a su médico o farmacéutico.
http://www.youtube.com/watch?v=ie9Iu-kLxd4
No dejeis de ver en este material de youtube a niños y jovenes medicados con Ritalina (Metilfenidato) expresando sus opiniones sobre el tema.
Juan Pundik
Plataforma Internacional contra la Medicalización
de la Infancia
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Comprendiendo el amor como necesidad vital...
*¿Alimentar al niño?:
Sí, pero no solamente con leche,
Hay que tomarlo en brazos.
Hay que acariciarlo.
Hay que hablar a la piel del pequeño, a su espalda, que tiene sed y hambre igual que su vientre.
Frederick F.Leboyer.
En el momento del nacimiento el bebe experimenta el mayor cambio de sus corta vida, pasa de un medio acuoso, cálido, donde sus necesidades estaban cubiertas a un medio extraño donde siente frío, hambre y sed.
Durante nueve meses se encuentra en constante movimiento mecido por su madre, flota en el líquido amniótico y siente la respiración acompasada y los latidos del corazón. Y de repente. NADA. Todo se para.
Lo único conocido para el es el olor de su madre, el latido del corazón, el sonido de su voz, por eso el contacto piel, con piel le reconforta de inmediato recordándole su vida intrauterina;es muy importante no romper esa continuidad que debe existir en la relación madre-hijo que ya existe desde que la vida del bebe se gesta dentro del vientre materno.
El bebé siente la necesidad imperiosa de estar piel con piel con su madre, de que ésta le hable, le acaricie, de que en definitiva le ame,de lo contrario la soledad es impuesta para el y la indefensión.
El amor es alimento necesario para su bienestar psicológico, y esto favorece el crecimiento físico de nuestro bebé ya que su cerebro no se encuentra en un estado de defensa, si esto se le satisface y puede centrarse en crecer.
La piel es el transmisor de información y sensaciones más importante de nuestro cuerpo, y nuestro bebe no entiende de palabras, pero si de sensaciones, así que cuanta mayor superficie piel con piel haya en contacto mayor será esa comunicación.
Todas las crías de otros animales nada mas nacer, lamen a sus crías, y se ha constatado en investigaciones recientes que no es por aseo de estas, ya que las crías no lamidas mueren.
En la crianza de nuestros bebes existen creencias injustificadas de que una madre mal cría a este por acallar la necesidad de amor, por atender a su llanto, o por cuidarlo en exceso.
El comportamiento de nuestro bebé está determinado por sus necesidades biológicas, es puramente instintivo, no conoce de modas, ni de normas convencionales. Ellos son exactamente iguales a los bebes de otras sociedades y culturas, y a los que existían hace miles de años.
Ese comportamiento , ese patrón de conductas ha sido seleccionado , igual que el de la madre, a lo largo de miles de años para garantizar su supervivencia, así, el llanto, el lenguaje del bebé, con sus diferentes tipos, de atención, de hambre, de cólera, de dolor…,la búsqueda de contacto físico, la ansiedad ante la separación, las llamadas continuas de atención, no se corresponden con una planificación racional del bebé, sino que el está programado de esa manera para sobrevivir.
Los adultos de cualquier sociedad tienen un modelo de la conducta deseable del niño en cada momento y de acuerdo con ella van criando y educando al bebé.
En nuestra sociedad muchas de las conductas a las que nos referimos son consideradas deliberadas por el bebé, o un vicio, llorar de vicio, vicio de brazos, vicio de pecho, y tan solo es un comportamiento que intenta satisfacer necesidades básicas para él.
El amor como alimento: necesidad de apego
Si hablamos de la necesidad de alimento parece evidente que es real, el niño sin alimento no puede sobrevivir, ni desarrollarse. Pero cuando hablamos de la necesidad de amor, y contacto estrecho del bebé con su madre, de no romper en la medida de lo posible ese continuo de relación tras el parto, de la necesidad de apego que tiene el bebé para desarrollarse psíquicamente con salud, no parece tan real para nuestra sociedad.
Hoy día se valora la autonomía de los bebes desde muy temprano, y esto desgraciadamente no hace justicia al ritmo de desarrollo de nuestros hijos, esa necesidad de independencia temprana corresponde a las exigencias de el estilo de vida que impera, el trabajo de ambos padres, la escasa baja maternal y paternal, las pocas subvenciones de ayuda a las familias…,por esto todas las conductas de una madre que pretende satisfacer las necesidades emocionales de su hijo se juzgan como malas o insanas, por ejemplo coger al bebe en brazos todo el día, amamantar a demanda y hasta que el bebe se destete naturalmente, dormir juntos, llevar al bebe a todas partes.
La necesidad de amor, está recientemente descubierta en el ámbito científico. Así en el campo de la psicología evolutiva hace tan solo setenta años algunos psicólogos como el famoso padre del psicoloanálisis Sigmund Freud, o el padre del conductismo Watson, pensaban que el amor o la necesidad de este era secundario, o que se iba aprendiendo, es decir que no era algo que existiera en el niño como necesidad instintiva que imperiosamente tenía que satisfacerse.
A raíz de estudios en el campo de la etología que estudia a los demás animales, un etólogo, Lorenz observó que las crías de aves después de salir del cascarón siguen al primer objeto que se mueve en sus proximidades, establecen una relación muy fuerte con él siguiéndole a todas partes y se mantiene hasta que el animal se hace independiente. A esta conducta la denominó troquelado, y sostuvo que era vital para la supervivencia de las crías y afirmaba que a lo largo de la evolución se había seleccionado ese comportamiento como medio de supervivencia.
A partir de sus estudios se iniciaron dos vías de investigación en el campo de la psicología: una fue la del psiquiatra inglés John Bowlby observando niños y otra la del psicólogo norteamericano Harry Harlow que trabajaba sobre los efectos de la privación social en monos.
John Bowlby, tras estudiar diversos casos de privación afectiva durante la infancia, partiendo de la idea de que la relación con la madre durante los primeros años de vida constituye un modelo afectivo de todas las relaciones afectivas posteriores, y apoyándose en el estudio de la formación de vínculos en los animales, formuló en or1958 la teoría del apego, según la cual la relación con los otros es una necesidad primaria y su fin es la supervivencia.
En los mamíferos se establece un fuerte vínculo con los adultos que sirve para preservar a la cría de múltiples peligros, favoreciendo la supervivencia de la especie.
El apego supone la atadura más fuerte que siente el ser humano hacia otros, responde a la necesidad crucial de sentirnos seguros, protegidos y ayudados.
Harry Harlow en 1958 comenzó a interesarse por la relación entre la madre y crías de monos y llevó a cabo una serie de experimentos que han tenido una gran resonancia.
La doctora Van Wagenen le comunicó que las crías de monos establecían relaciones intensas con pañales que se dejaban en la jaula y esto le dio la pista de la importancia del contacto corporal para el desarrollo. Seguidamente realizó una serie de experimentos de separación de monos de sus madres desde el nacimiento y los crío con madres sustitutas, una de las cuales era un cilindro de alambre con un biberón acoplado y otra era un cilindro semejante pero cubierto de felpa. Observó que el tiempo que no estaban mamando lo pasaban con la madre de felpa jugando o abrazados a ella.
Este cruel estudio confirmó la teoría del apego, la evidencia de que la necesidad de amor, contacto, proximidad y demás son vitales para sobrevivir.
Por tanto las conductas señaladoras como llorar, reír, llamar, que reclaman la atención continua, o las conductas mas activas como desplazarse, o trepar sirven para establecer y mantener el contacto. Estas conductas se hacen especialmente intensas ante separaciones o ante peligros, el niño mantiene el contacto visual con la madre y ante cualquier modificación del medio busca el contacto directo con la madre u otro adulto.
La importancia del apego para la vida futura es enorme, en sus relaciones con la figura de apego, la madre, el bebé construye un modelo del mundo, a partir del cual actúa, comprende la realidad, anticipa su futuro y construye sus planes. La presencia real de la madre, la disponibilidad cuando está presente, son factores determinantes del tipo de apego que se va a formar.
Mary Ainsworth realizó un trabajo experimental en la línea de Bowlby, partiendo de la idea de que en el apego lo más importante es la calidad de la relación, distinguió entre niños apegados con seguridad, niños con apego ambivalente y de evitación. El establecimiento de este vínculo tiene una enorme importancia para el desarrollo intelectual y las relaciones posteriores. El niño utiliza la figura materna como base de seguridad desde la cual explorar, y si ese vinculo es seguro el niño manifiesta seguridad para alejarse y jugar, siempre que perciba a su madre como segura. El establecimiento de un vínculo seguro hace que nuestro hijo crezca siendo un niño, menos dependiente, más social, mas seguro en que los demás estarán allí si los necesita.
En nuestra sociedad se ha mal interpretado esta cuestión intentando independizar al bebé desde muy temprano, para que haya un apego seguro tenemos que conocer el ritmo de desarrollo biológico de nuestro bebé, e intentar consecuentemente no exponerle a separaciones que no pueda comprender debido a su inmadurez neurológica.
La autonomía de nuestro bebé llegará según el tiempo que ha marcado la naturaleza, no tenemos porqué forzarla o anticiparla si no es necesario por cuestiones que obliguen a los padres a hacerlo.
Estudios en diferentes países arrojan diferentes porcentajes entre los distintos tipos de apego. Grossmann y Grossmann (1982) encontraron que en Alemania había una proporción mayor de apego de evitación que en EE.UU. Según estos autores esto se debe a que en Alemania los padres estimulan la independencia de sus hijos desde muy temprano y eso produciría la ausencia de vínculos fuertes. Sagi (1982) encontró una proporción alta de apego ambivalente en los niños israelíes y Miyake (1983) en Japón obtuvo porcentajes muy altos de apego seguro, también se encontraron altos en suecia y Holanda.
Estas diferencias plantean la cuestión de que hay pautas de crianza menos saludables que otras que respetan la creciente autonomía del bebé, sin imponerla drásticamente cuando este no está preparado.
El campo de la neurobiología nos ofrece recientemente otros descubrimientos de sus investigaciones,que avalan la teoría del apego ; el bebé como mamífero tiene incorporados en el romboencéfalo o cerebro primitivo tres programas, el de defensa, que se activa cuando se le separa de su madre, el de nutrición, y el de reproducción. Los dos últimos se desactivan cuando la defensa está activada. Cuando esto ocurre el bebé llora desesperadamente para recuperar la unión con su madre, para sobrevivir. Ésto desencadena la liberación de hormonas del estrés que afectan a todo el organismo del bebé ,a su sistema inmunológico, a su intestino, y a su cerebro si se prolonga esa situación de desesperación mucho tiempo.
Los programas de nutrición y reproducción, se manifiestan en la conducta de búsqueda instintiva-no aprendida del bebé del pecho materno, y en el agarre espontáneo que finaliza en mamar, la conducta natural de todo animal mamífero. Para que estos programas se activen necesitan el hábitat o lugar adecuado, y éste no es otro que el contacto piel con piel en el pecho de la madre. En este lugar en el bebé se activan estos programas y todo su organismo se centra en alimentarse-mamar y crecer. Por tanto el lugar que le proporcionemos al bebé tras el parto va a determinar dos alternativas para él: Crecer o Sobrevivir.En contacto piel, con piel con la madre se da una sincronicidad entre ella y el bebé, en la temperatura(aumenta 2º si el bebé necesita calor, disminuye 1º si tiene calor),en el sueño(experimentan ciclos de sueño similares).
El bebé humano es la cría mas invalida de todo el reino animal hermano, cuando nace el desarrollo de su cerebro está sin completar, si este se completara la cabeza no cabría por la pelvis de la madre, el parto se haría imposible. Ésto hace que la cría humana necesite tantos cuidados y protección durante tanto tiempo, pues la madurez cerebral no se alcanza hasta pasada la adolescencia. La madre está biológicamente determinada a amamantar a su bebé para continuar con el desarrollo que se llevaba a cabo dentro de su vientre. Así que la no separación madre-bebé no solo es necesaria para el hijo, también favorece psicológicamente a la madre que siente que puede completar su obra, su creación, su hijo.
Marta Garrido
Sí, pero no solamente con leche,
Hay que tomarlo en brazos.
Hay que acariciarlo.
Hay que hablar a la piel del pequeño, a su espalda, que tiene sed y hambre igual que su vientre.
Frederick F.Leboyer.
En el momento del nacimiento el bebe experimenta el mayor cambio de sus corta vida, pasa de un medio acuoso, cálido, donde sus necesidades estaban cubiertas a un medio extraño donde siente frío, hambre y sed.
Durante nueve meses se encuentra en constante movimiento mecido por su madre, flota en el líquido amniótico y siente la respiración acompasada y los latidos del corazón. Y de repente. NADA. Todo se para.
Lo único conocido para el es el olor de su madre, el latido del corazón, el sonido de su voz, por eso el contacto piel, con piel le reconforta de inmediato recordándole su vida intrauterina;es muy importante no romper esa continuidad que debe existir en la relación madre-hijo que ya existe desde que la vida del bebe se gesta dentro del vientre materno.
El bebé siente la necesidad imperiosa de estar piel con piel con su madre, de que ésta le hable, le acaricie, de que en definitiva le ame,de lo contrario la soledad es impuesta para el y la indefensión.
El amor es alimento necesario para su bienestar psicológico, y esto favorece el crecimiento físico de nuestro bebé ya que su cerebro no se encuentra en un estado de defensa, si esto se le satisface y puede centrarse en crecer.
La piel es el transmisor de información y sensaciones más importante de nuestro cuerpo, y nuestro bebe no entiende de palabras, pero si de sensaciones, así que cuanta mayor superficie piel con piel haya en contacto mayor será esa comunicación.
Todas las crías de otros animales nada mas nacer, lamen a sus crías, y se ha constatado en investigaciones recientes que no es por aseo de estas, ya que las crías no lamidas mueren.
En la crianza de nuestros bebes existen creencias injustificadas de que una madre mal cría a este por acallar la necesidad de amor, por atender a su llanto, o por cuidarlo en exceso.
El comportamiento de nuestro bebé está determinado por sus necesidades biológicas, es puramente instintivo, no conoce de modas, ni de normas convencionales. Ellos son exactamente iguales a los bebes de otras sociedades y culturas, y a los que existían hace miles de años.
Ese comportamiento , ese patrón de conductas ha sido seleccionado , igual que el de la madre, a lo largo de miles de años para garantizar su supervivencia, así, el llanto, el lenguaje del bebé, con sus diferentes tipos, de atención, de hambre, de cólera, de dolor…,la búsqueda de contacto físico, la ansiedad ante la separación, las llamadas continuas de atención, no se corresponden con una planificación racional del bebé, sino que el está programado de esa manera para sobrevivir.
Los adultos de cualquier sociedad tienen un modelo de la conducta deseable del niño en cada momento y de acuerdo con ella van criando y educando al bebé.
En nuestra sociedad muchas de las conductas a las que nos referimos son consideradas deliberadas por el bebé, o un vicio, llorar de vicio, vicio de brazos, vicio de pecho, y tan solo es un comportamiento que intenta satisfacer necesidades básicas para él.
El amor como alimento: necesidad de apego
Si hablamos de la necesidad de alimento parece evidente que es real, el niño sin alimento no puede sobrevivir, ni desarrollarse. Pero cuando hablamos de la necesidad de amor, y contacto estrecho del bebé con su madre, de no romper en la medida de lo posible ese continuo de relación tras el parto, de la necesidad de apego que tiene el bebé para desarrollarse psíquicamente con salud, no parece tan real para nuestra sociedad.
Hoy día se valora la autonomía de los bebes desde muy temprano, y esto desgraciadamente no hace justicia al ritmo de desarrollo de nuestros hijos, esa necesidad de independencia temprana corresponde a las exigencias de el estilo de vida que impera, el trabajo de ambos padres, la escasa baja maternal y paternal, las pocas subvenciones de ayuda a las familias…,por esto todas las conductas de una madre que pretende satisfacer las necesidades emocionales de su hijo se juzgan como malas o insanas, por ejemplo coger al bebe en brazos todo el día, amamantar a demanda y hasta que el bebe se destete naturalmente, dormir juntos, llevar al bebe a todas partes.
La necesidad de amor, está recientemente descubierta en el ámbito científico. Así en el campo de la psicología evolutiva hace tan solo setenta años algunos psicólogos como el famoso padre del psicoloanálisis Sigmund Freud, o el padre del conductismo Watson, pensaban que el amor o la necesidad de este era secundario, o que se iba aprendiendo, es decir que no era algo que existiera en el niño como necesidad instintiva que imperiosamente tenía que satisfacerse.
A raíz de estudios en el campo de la etología que estudia a los demás animales, un etólogo, Lorenz observó que las crías de aves después de salir del cascarón siguen al primer objeto que se mueve en sus proximidades, establecen una relación muy fuerte con él siguiéndole a todas partes y se mantiene hasta que el animal se hace independiente. A esta conducta la denominó troquelado, y sostuvo que era vital para la supervivencia de las crías y afirmaba que a lo largo de la evolución se había seleccionado ese comportamiento como medio de supervivencia.
A partir de sus estudios se iniciaron dos vías de investigación en el campo de la psicología: una fue la del psiquiatra inglés John Bowlby observando niños y otra la del psicólogo norteamericano Harry Harlow que trabajaba sobre los efectos de la privación social en monos.
John Bowlby, tras estudiar diversos casos de privación afectiva durante la infancia, partiendo de la idea de que la relación con la madre durante los primeros años de vida constituye un modelo afectivo de todas las relaciones afectivas posteriores, y apoyándose en el estudio de la formación de vínculos en los animales, formuló en or1958 la teoría del apego, según la cual la relación con los otros es una necesidad primaria y su fin es la supervivencia.
En los mamíferos se establece un fuerte vínculo con los adultos que sirve para preservar a la cría de múltiples peligros, favoreciendo la supervivencia de la especie.
El apego supone la atadura más fuerte que siente el ser humano hacia otros, responde a la necesidad crucial de sentirnos seguros, protegidos y ayudados.
Harry Harlow en 1958 comenzó a interesarse por la relación entre la madre y crías de monos y llevó a cabo una serie de experimentos que han tenido una gran resonancia.
La doctora Van Wagenen le comunicó que las crías de monos establecían relaciones intensas con pañales que se dejaban en la jaula y esto le dio la pista de la importancia del contacto corporal para el desarrollo. Seguidamente realizó una serie de experimentos de separación de monos de sus madres desde el nacimiento y los crío con madres sustitutas, una de las cuales era un cilindro de alambre con un biberón acoplado y otra era un cilindro semejante pero cubierto de felpa. Observó que el tiempo que no estaban mamando lo pasaban con la madre de felpa jugando o abrazados a ella.
Este cruel estudio confirmó la teoría del apego, la evidencia de que la necesidad de amor, contacto, proximidad y demás son vitales para sobrevivir.
Por tanto las conductas señaladoras como llorar, reír, llamar, que reclaman la atención continua, o las conductas mas activas como desplazarse, o trepar sirven para establecer y mantener el contacto. Estas conductas se hacen especialmente intensas ante separaciones o ante peligros, el niño mantiene el contacto visual con la madre y ante cualquier modificación del medio busca el contacto directo con la madre u otro adulto.
La importancia del apego para la vida futura es enorme, en sus relaciones con la figura de apego, la madre, el bebé construye un modelo del mundo, a partir del cual actúa, comprende la realidad, anticipa su futuro y construye sus planes. La presencia real de la madre, la disponibilidad cuando está presente, son factores determinantes del tipo de apego que se va a formar.
Mary Ainsworth realizó un trabajo experimental en la línea de Bowlby, partiendo de la idea de que en el apego lo más importante es la calidad de la relación, distinguió entre niños apegados con seguridad, niños con apego ambivalente y de evitación. El establecimiento de este vínculo tiene una enorme importancia para el desarrollo intelectual y las relaciones posteriores. El niño utiliza la figura materna como base de seguridad desde la cual explorar, y si ese vinculo es seguro el niño manifiesta seguridad para alejarse y jugar, siempre que perciba a su madre como segura. El establecimiento de un vínculo seguro hace que nuestro hijo crezca siendo un niño, menos dependiente, más social, mas seguro en que los demás estarán allí si los necesita.
En nuestra sociedad se ha mal interpretado esta cuestión intentando independizar al bebé desde muy temprano, para que haya un apego seguro tenemos que conocer el ritmo de desarrollo biológico de nuestro bebé, e intentar consecuentemente no exponerle a separaciones que no pueda comprender debido a su inmadurez neurológica.
La autonomía de nuestro bebé llegará según el tiempo que ha marcado la naturaleza, no tenemos porqué forzarla o anticiparla si no es necesario por cuestiones que obliguen a los padres a hacerlo.
Estudios en diferentes países arrojan diferentes porcentajes entre los distintos tipos de apego. Grossmann y Grossmann (1982) encontraron que en Alemania había una proporción mayor de apego de evitación que en EE.UU. Según estos autores esto se debe a que en Alemania los padres estimulan la independencia de sus hijos desde muy temprano y eso produciría la ausencia de vínculos fuertes. Sagi (1982) encontró una proporción alta de apego ambivalente en los niños israelíes y Miyake (1983) en Japón obtuvo porcentajes muy altos de apego seguro, también se encontraron altos en suecia y Holanda.
Estas diferencias plantean la cuestión de que hay pautas de crianza menos saludables que otras que respetan la creciente autonomía del bebé, sin imponerla drásticamente cuando este no está preparado.
El campo de la neurobiología nos ofrece recientemente otros descubrimientos de sus investigaciones,que avalan la teoría del apego ; el bebé como mamífero tiene incorporados en el romboencéfalo o cerebro primitivo tres programas, el de defensa, que se activa cuando se le separa de su madre, el de nutrición, y el de reproducción. Los dos últimos se desactivan cuando la defensa está activada. Cuando esto ocurre el bebé llora desesperadamente para recuperar la unión con su madre, para sobrevivir. Ésto desencadena la liberación de hormonas del estrés que afectan a todo el organismo del bebé ,a su sistema inmunológico, a su intestino, y a su cerebro si se prolonga esa situación de desesperación mucho tiempo.
Los programas de nutrición y reproducción, se manifiestan en la conducta de búsqueda instintiva-no aprendida del bebé del pecho materno, y en el agarre espontáneo que finaliza en mamar, la conducta natural de todo animal mamífero. Para que estos programas se activen necesitan el hábitat o lugar adecuado, y éste no es otro que el contacto piel con piel en el pecho de la madre. En este lugar en el bebé se activan estos programas y todo su organismo se centra en alimentarse-mamar y crecer. Por tanto el lugar que le proporcionemos al bebé tras el parto va a determinar dos alternativas para él: Crecer o Sobrevivir.En contacto piel, con piel con la madre se da una sincronicidad entre ella y el bebé, en la temperatura(aumenta 2º si el bebé necesita calor, disminuye 1º si tiene calor),en el sueño(experimentan ciclos de sueño similares).
El bebé humano es la cría mas invalida de todo el reino animal hermano, cuando nace el desarrollo de su cerebro está sin completar, si este se completara la cabeza no cabría por la pelvis de la madre, el parto se haría imposible. Ésto hace que la cría humana necesite tantos cuidados y protección durante tanto tiempo, pues la madurez cerebral no se alcanza hasta pasada la adolescencia. La madre está biológicamente determinada a amamantar a su bebé para continuar con el desarrollo que se llevaba a cabo dentro de su vientre. Así que la no separación madre-bebé no solo es necesaria para el hijo, también favorece psicológicamente a la madre que siente que puede completar su obra, su creación, su hijo.
Marta Garrido
Un reflexión compartida....
Mi reflexión despues de muchos años de dedicación completa a la crianza de mis hijos..es que me ha estado faltando realizar el trabajo que como adulta me hacía sentir realizada,por esto siempre he seguido estudiando y empecé con el trabajo ...de los talleres...la casa y su quehacer diario no podían satisfacer a una mujer del s/XX,o tal vez a ua mujer como yo...y supongo que a la mayoría de las mujeres,no a todas,claro....en esos momentos l sonrisa de mi hijo llenaba mis vacios..pero cuando no había sonrisa....me venía abajo......por eso,digo yo...que sería estupendo que los niños se pudieran llevar al trabajo...que esto se normalizara,para que las madres que deseamos y encontramos placer en criarles naturalmente podamos hacer esto sin renunciar a esa otra parcela de nuestra vida....el abandono total de mi profesión durante años me causó grandes vacíos....pero el abandono del ejercicio de mi maternidad con mi primera hija tambien.....si volviera a elegir....con todo lo que ha supuesto para mi haberles maternado natiralmente hasta ahora...volvería a hacer lo mismo....y si pudiera cambiar algo...tendría a una abuela,tía,amiga...madrina...como antaño!qué me ayudara con esa crianza,lo cual me habría dado espacio para mi profesión,porque hoy en día criamos muy solas..sin comunidad y es creo que es otro problema,no hay comunidad,no esta normalizado que los bebes esten en conciertos de musica clasica...o en una opera...o en la universidad...es la sociedad la que nos obliga a renunciar...o trabajo o hijos.....o profesional o madre...pero si tienes un trabajo y un bebé ....este es tu mayor resposabilidad,por su grado de dependencia hacia ti...es la calidad del apego lo que conforma su autoestima y grado de confianza en la vida....eso tan importante depende del buen maternaje y por supuesto que este no simplemente es dar la teta.hay mejores maternajes sin teta y con biberon...claro que un buen maternaje no lo puede ofrecer una madre deprimida porque la casa le aburre y se le cae encima...en fin!así están las cosas...que no nos vendan que en las guarderías los niños se socializan antes de los dos años...y que no nos vendan que somos como las vacas!!!!.....porque las vacas son felices en el prao pastando tanto las de aqui como las de allá,pero nosotras las humanas ...somos felices dependiendo de qué se considere que da felicidad en nuestra cultura y me pregunto yo...si la sociedad valorara el papel de una madre,es decir si decir"estoy criando a mis hijos" fuera tan reconocido como decir "soy actriz de teatro" o "soy periodista" me habría venido abajo al estar en casa????o tal vez habría disfrutado del parentesis de la fusión con ese hijo sin presiones sociales????y si las tetas fueran bonitas al naural y se valoraran las diferentes formas y las diferencias con la edad....darían las mujeres más la teta???porque se que muchas no estan dispuestas a pasear por la playa otra cosa que no sea una teta siliconada o por gracia divina o genes, parecida a ésta, creo que lo habría disfrutado mucho más...que se reconozca que una madre que "da un buen maternaje"no es una mantenida,inculta,chacha o frustrada...porque tal vez lo que la frustra no es su hijo..y en mi caso de eso estoy segura.....sino la incomprensión y falta de solidaridad y reconocimiento que la rodea .Y de esto estoy segura,porque lo siento. Las abogadas,psicologas,profesoras,etc,que ejercen su profesión, no necesitan grupo de apoyo para no sentirse raras,o para encontrar apoyo a su quehacer...su sociedad lo valora....pero las mujeres que deciden hacer el parentesis de la maternidad a tiempo completo y gradualmente segun las necesidades de fusión de su bebe, si lo necesitan....porque ese parentesis cuando no es juzgado de egoismo,es juzgado de incapacidad,o de irresponsabilidad,e incluso de locura,ago así como no tener los pies en la tierra....y desde luego un poquito de esto ultimo debe de ser...porque hay que elevarse un poco por encima de lo cotidiano para exteder las alas y libremente ,con otra perspectiva,hacer lo que a uno le salga de las entrañas,de las visceras,del corazón,de nuestra parte animal...y yo al parir y amamantar he conectado con esa parte animal,instintiva que no quería separarse de su cachorrito....aunque mi parte racional y más cultural no pensara que eso valía para mi misma y para la sociedad de estos tiempos.Ante la duda....para mí, que el corazón... decida.
Marta
Marta
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